La mujer samurái.

El papel fundamental de la mujer samurái

A lo largo de la historia de Japón, la mujer samurái en mayor o menor medida ha tenido un papel fundamental. Ya sea en el campo de batalla, educando y protegiendo a la familia, o aconsejando a sus señores.

Cuando hablamos de mujeres samurái nos vienen a la mente personalidades como Tomoe Gozen「巴 御前o-finales del periodo Heian」o Nakano Takeko「中野 竹子,1847-1868」. Guerreras hábiles que lucharon y lideraron grandes batallas, cruciales en la historia de Japón.

Pero hubo muchas otras mujeres de las que no se habla en los libros y que gracias a su perseverancia, esfuerzo, sacrificio y determinación han conseguido que hoy día tengan más oportunidades y libertades para practicar las artes marciales y la esgrima japonesa. En un mundo en el que históricamente la práctica de éstas habilidades eran consideradas principalmente para hombres.

La mujer samurái sujeta al código Bushido y las ideas del Confucionismo

Es importante tener en cuenta que el código del Bushido no estaba limitado exclusivamente a los hombres es por esto que también había mujeres guerreras. Sin embargo en la época feudal las ideas del confucionismo, (claramente favorecedoras del sexo masculino) marcaban la vida y roles de los hombres y mujeres.

Es por esto, que a pesar, que las mujeres samurái eran capaces de luchar en el campo de batalla, a menudo se les prohibía hacerlo en nombre de la tradición y la moralidad. La idea era que las mujeres debían ser protegidas y no arriesgarse a perder sus vidas en la guerra. Sin embargo, en tiempos de necesidad, las mujeres samurái se unían a la lucha y demostraban su valentía y habilidades militares.

Aunque se cree que las mujeres samurái eran independientes y libres, en realidad estaban sujetas a las mismas restricciones culturales y sociales que las mujeres de otras clases. A menudo eran vistas como un medio para asegurar alianzas matrimoniales o para producir herederos varones. Además, aunque podían ser respetadas por su habilidad en la lucha, su valor como personas a menudo se medía en función de su capacidad para casarse y tener hijos.

Solo la mujer perteneciente a un linaje samurái era educada en las artes femeninas de aquella época a la vez que también eran instruidas en la disciplina samurái. Estas mujeres recibían el nombre de Onna Bugeisha「女武芸者」si eran instruidas más en el arte ofensivo o por el contrario Onna Musha「女武者」si eran instruidas más en el arte defensivo.

En ocasiones se les aplicaba (de forma errónea) el calificativo de nyûjakuna-samurai (la que aspira a ser samurái o samurái devil)

Con suerte y si eran diestras, las mujeres de familias de clase baja o media, podían ser requeridas y entrenadas para servir al Daimio o Señor como guerreras o guardaespaldas, ya que gozaban de unas ventajas que no poseían los hombres, podían pasar desapercibidas como doncellas o sirvientas y así engañar al enemigo.

Las primeras mujeres practicantes de kenjutsu.

Después de la mitad del periodo Edo, tras la restauración de la paz en el país, las familias samuráis se burocratizaron y pocas eran las mujeres que aspiraban a convertirse en practicantes de artes marciales. Y las pocas que lo hacían era muy probable que las trataran como “bichos raros”. Pero también fue un tiempo donde las artes marciales femeninas se hicieron más prominentes. En este momento las artes marciales ya no se usaban para la batalla, convirtiéndose en un medio de autodisciplina para entrenar la mente y el cuerpo.

Si una mujer quería entrenarse en artes marciales, en muchos caso, solía hacerlo a escondidas, con un familiar, o el maestro se personaba en su propia residencia. En el caso de que fuera al dojo, era entrenada por maestras o en salas apartadas del resto de alumnos, siempre entrando por la puerta de servicio. Si diera la casualidad de que el padre fuera un maestro del dojo o un instructor de esgrima, le habría enseñado después de terminar la practica regular con hombres.

Esto se debía a que la cultura tradicional japonesa tenía una visión muy rígida de los roles de género y las expectativas en cuanto a la conducta y habilidades de hombres y mujeres. Se esperaba que las mujeres se centraran en su papel de esposa y madre, mientras que los hombres debían ser guerreros y proveedores.

Históricamente han habido algunos dojos en Japón donde las mujeres han sido discriminadas y excluidas de la práctica de artes marciales, debido a la creencia de que los dojos eran lugares sagrados y las mujeres eran consideradas «impuras» debido a su menstruación.

Esta creencia se remonta a la época feudal de Japón, cuando la religión Shintoista tenía una fuerte influencia en la cultura japonesa. Según dicha religión, las mujeres eran consideradas impuras durante su menstruación y se les prohibía el acceso a los santuarios y lugares sagrados. Esta creencia se extendió a los dojos de artes marciales, que se consideraban lugares sagrados de entrenamiento para los hombres.

Como resultado, muchas mujeres fueron excluidas de la práctica de artes marciales en los dojos tradicionales. Incluso hoy en día, puede haber algunos dojos donde las mujeres pueden ser tratadas con desdén o discriminadas debido a su género. Sin embargo, esta actitud está cambiando lentamente en la sociedad japonesa, y muchas mujeres ahora están activamente involucradas en la práctica de artes marciales en todo el país.

A pesar de estas restricciones, algunas mujeres encontraron maneras de entrenarse en artes marciales y desafiaron las expectativas sociales. Hay constancia que en el periodo Meiji (1868-1912), había costumbre entre las mujeres luchadoras de dar nombres que no podían distinguirse de los hombres solo por el nombre. Teniendo esto en cuenta, existe la posibilidad de que un libro de escuela que contenga solo el nombre de un hombre también incluya una mujer. Ya que las mujeres aún siendo practicantes en una escuela, no podían estar inscritas.

Cuando se corría el rumor de que una mujer practicaba artes marciales, a ésta se le apodaba “Oni Komachi”, convirtiéndose en una mujer poco deseable por los hombres, ya que en aquella época era impensable que una mujer fuera más fuerte y hábil que un hombre, no llegando a contraer matrimonio. Por lo que, aunque se cree que hubo un cierto número de mujeres que practicaban artes marciales, no hay muchos registros de ello, ya que si practicaban abiertamente afectaría a su futuro matrimonio.

Es posible que Oni Komachi 「鬼小町」 provenga del nombre Ono no Komachi 「小野 小町」, una poeta del periodo Heian, que destacaba por su belleza. Es por eso que a veces se usaba para adjetivar o enfatizar a personas o cosas. Generalmente se usaba en mujeres, para denotar su hermosura, agregando a su nombre la palabra Komachi, como ‘○○komachi’, «Maria Komachi», «Anna Komachi», «gatito Komachi» como algo idílico. De manera que Oni Komachi se podría traducir como «hermosa fantasma. “, Oni (Fantasma) Komachi (símbolo de hermosa).

Nota del autor

Es importante señalar que, si bien ha habido casos de discriminación y exclusión en los dojos, esto no ha sido universal en todo el país o en todos los dojos. Muchos dojos han sido inclusivos y acogedores para las mujeres durante siglos, como Yamaoka Tesshu 「山岡 鉄舟」 (1836-1888) y Nakayama Hakudo 「中山 博道」 (1873-1958) que fueron dos destacados maestros de kenjutsu que enseñaron a mujeres en sus dojos en Japón. Ambos maestros abogaron por la inclusión de mujeres en la práctica de las artes marciales y enseñaron a muchas mujeres en sus dojos.

El hecho de que se prohibiera el acceso a las mujeres en los dojos propició a que se formaran grupos de entrenamiento exclusivamente femeninos para artes marciales en la década de 1930 y 1940, a medida que se iban abriendo más oportunidades para las mujeres en la sociedad japonesa. Algunos de estos grupos incluían la «Asociación de Esgrima de Mujeres de Tokio» 「東京女子剣道協会, Tōkyō Joshi Kendō Kyōkai」 y el «Club de Esgrima de Mujeres de Kyoto» 「京都女子剣道クラブ, Kyōto Joshi Kendō Kurabu」.

Aunque las mujeres habían practicado artes marciales en Japón anteriormente, el acceso y la aceptación eran limitados. Sin embargo, durante el período Meiji, hubo más oportunidades para las mujeres de entrenar y enseñar artes marciales. A pesar de que todavía existían barreras de género y discriminación, mujeres como Shigeo Satake 「佐竹茂男 」y Hideo Sonobe「園部秀夫 」fueron pioneras en la práctica de artes marciales y abrieron el camino para futuras generaciones de mujeres en Japón.

Desde entonces, la presencia de mujeres en la práctica de las artes marciales ha seguido creciendo en Japón y en todo el mundo. Hoy en día, hay muchas mujeres destacadas en diversos estilos de artes marciales y continúan derribando barreras de género en el mundo de las artes marciales.

El legado de las mujeres samurái

Entrenamiento distendido en la playa de Préverenges (Suiza), escuela Wa Rei Ryu; Fotografia de Mireia Manau de Manau Fotgrafs.

Cuando las viejas tradiciones se consumen por el paso del tiempo, quizás debido a un cambio en la mentalidad de la sociedad japonesa o simplemente por la gran variedad de ofertas de ocio que tienen los jóvenes hoy día. Es en este momento donde la mujer coge fuerza y se interesa por lo casi extinto. ¿Son ellas las salvadoras de este arte que se remonta al periodo Kamakura (1192 d.C.)? ¿Son ellas, quienes protegeran las viejas tradiciones? Es un hecho que cada vez más mujeres se sienten atraídas por las artes marciales y sus distintas disciplinas.

Este es el legado de las mujeres samurái. La lucha por la igualdad y la justicia, la lucha por mantener las viejas tradiciones y a la vez por acoger las nuevas tendencias.

Referencias:

  • Libro, La mujer japonesa, realidad y mito de Elena Barlés y David Almazán
  • Libro, Bushido, The Soul lo Japan de Inazo Nitobe
  • Libro, Tantoo, la guardia olvidada del samurái.
  • http://kenkaku.la.coocan.jp/honkan.htm, pagina que habla sobre » Kenkaku Shobai » drama televisivo de época basado en la novela de época de Shotaro Ikenami